Ahora que ya han pasado varios días
desde la vuelta de Roma, creo que se impone hacer algún cometario sobre el
mismo.
Después del gran madrugón, volar a
Madrid, varias horas de aeropuerto y vuelta a volar, por fin, de noche,
llegamos a nuestra ansiada Roma. Ninguno sabíamos las maravillas que nos esperaban
ni el cansancio tan supino que nos costaría verlas, horas y horas de caminar,
subir escaleras, bajar escaleras, subir cuestas, bajar cuestas y nosotros,
sintiéndonos veinteañeros, nos lanzamos a la conquista de la gran ciudad y lo
conseguimos, claro que casi morimos en el intento, pero eso no importa. No creo
que nadie haya visto más cosas en menos tiempo pero, y es mi opinión, creo que
demasiada información, yo me siento incapaz de asimilar tanta información en
tan poco tiempo, fueron tantas iglesias, tantas pinturas, tantas esculturas que
aún recordándolo todo, me resulta imposible situar cada cosa en su sitio. ¿Será
cosa de la edad?
Nunca pensé que en tan poco espacio, se
pudiera reunir tanta ruina y tanto arte juntos, después de verlo (una pequeña
parte de lo que tienen) eres más capaz de figurarte como se vivía en esa época,
del inmenso poder político y económico, tanto de los emperadores, senado etc.
Como de la iglesia.
El Vaticano, punto y aparte. Mi sobrino
de 5 años, cuando algo le impresiona dice que se queda de “bocapiedra”, pues
bien así me quede yo, de bocapiedra, cuando vi ese inmenso palacio lleno de
mármol, grandes galerías con tapices, esculturas y por supuesto, pinturas. Y yo
me pregunto, ¿Se necesitaba tanta opulencia para dirigir la Iglesia?
Cuando entras en la Capilla Sixtina,
maravilla de las maravillas, con aquel techo tan precioso, aquel imponente Dios
padre dando vida a Adán, aquellos inmensos murales. ¿Es que en esa época todo
se hacía a lo grande? ¿Así demostraban su poderío?
Bueno, resulta que después de ver la
obra de Miguel Ángel, uno se siente tan pequeño que casi ni se siente. Al
parecer, a Miguel Ángel, lo que le gustaba era esculpir, o según él, quitarle a
la piedra lo que le sobraba, la verdad que ante esa Piedad, nadie puede
quedarse indiferente ¡Qué maravilla!
Otra de sus obsesiones era volar a lo
que dedicó mucho tiempo para diseñar una máquina que le permitiera hacerlo, al
parecer, lo que menos le gustaba era la pintura y digo yo que menos mal porqué
si llega a gustarle….
No hago más que dar vueltas a una
pregunta, aunque vivió muchos años y tuvo muchos alumnos, ¿Como pudo conseguir
una obra tan extensa? tanto en pintura como en escultura, aún dedicándose a
ello su toda la vida.
¡En fin! Como de costumbre, mereció la
pena el esfuerzo que hicieron nuestras “profes” para organizarlo y se lo
agradecemos muchísimo, aunque no nos sorprendió el resultado ya que nos tienen
acostumbrados a sus éxitos organizativos.
También hay que destacar el buen
ambiente del grupo, ya que no es fácil que treinta y cuatro personas, mayores y
cansadas, supieran convivir sin el más pequeño roce.
Felicidades a todos por el éxito
conseguido y para el curso que viene, MÁS
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